Pero es que además de esta fantástica sesión, la modelo saca su lado más intimista y suelta por esa boquita mucha información. ¿Como qué? Pues por ejemplo que cuando nació, supongo os acordaréis, le tuvimos que llamar el bebe sin nombre, ya que los papás no eran capaces de decidirse cómo iban a llamarle. Pues bien, la razón es porque Gisele se puso bucólica y quería llamarle “River”... sí, sí, “río” de toda la vida, como River Phoenix (y mirad cómo acabó). Claro que Tom Brady se negó en redondo, que pasaba de rollos macabeos que si es infinito, que si siempre fluye… Que no. Es que nena, a quién se le ocurre, pobre criatura lo que podría pasar en el colegio, aunque también te digo, antes de llamarle como tu padre, Reinoldo, le llamo Guadalquivir si hace falta.
Además cuenta más cosas curiosas, como que hasta tres semanas antes de dar a luz estuvo asistiendo a clases de kung fu. Vamos que la barriga no era inconveniente para soltar patadas al aire. Además hacía yoga tres veces por semana, y eso que ganó trece kilos… Eso es predisposición y ganas y lo demás tonterías, no me veo yo haciendo el saludo al sol con semejante tripa ni de broma, se me queda en un simple “hola chato”.
Sea como fuere, la verdad es que es un reportaje que merece la pena que veáis. Aquí en el making of podéis ver una especie de “vídeo diario” que le hizo la revista retratando desde su época de embarazo hasta ahora. Preciosa.
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